Hepatitis virales
Hepatitis Virales: Prevención, Vacunación y Detección
Las hepatitis virales constituyen un conjunto de enfermedades hepáticas causadas por diversos virus. En la República Argentina, las variantes más prevalentes son la hepatitis A, B y C.
Vacunación:
Hepatitis A y B: Las vacunas correspondientes son seguras, de acceso gratuito y se encuentran incorporadas en el calendario nacional de vacunación. Resulta imperativo completar el esquema de dosis para lograr una protección efectiva. No obstante, se observa que solo entre el 20% y el 30% de la población completa las tres dosis contra la hepatitis B en el ámbito público.
Hepatitis C: Actualmente no se dispone de una vacuna; sin embargo, la enfermedad es curable mediante los tratamientos existentes. La implementación de estos tratamientos es fundamental para que Argentina contribuya al objetivo de la Organización Mundial de la Salud de erradicar las hepatitis virales como amenaza para la salud pública para el año 2030.
Importancia de la Detección y el Tratamiento:
El 28 de julio se conmemora el Día Mundial de las Hepatitis Virales, una fecha trascendental para la concienciación sobre estas infecciones, la prevención de nuevos casos y la promoción del diagnóstico y tratamiento oportunos.
Se estima que en Argentina, aproximadamente 300 mil personas padecen hepatitis B o C, y la vasta mayoría desconoce su condición. A nivel global, la cifra supera los 300 millones de individuos afectados.
Testeo:
Las hepatitis pueden cursar de forma asintomática durante años, y cuando los síntomas se manifiestan, frecuentemente indican un daño hepático avanzado. Por consiguiente, la detección temprana es crucial.
Se insta a todos los pacientes diagnosticados con hepatitis B o C que aún no se encuentran en tratamiento a retomar el contacto con su médico a fin de implementar las medidas necesarias y controlar su cuadro antes de que el daño progrese hacia insuficiencia hepática, necesidad de trasplante o cáncer de hígado.
Criterios para la Realización del Test de Hepatitis:
Se recomienda que todos los adultos se sometan al testeo al menos una vez en su vida, independientemente de la percepción de riesgo. No obstante, ciertas situaciones que incrementan el riesgo de exposición incluyen:
Transfusiones o intervenciones quirúrgicas.
Tratamiento de diálisis.
Realización de tatuajes, piercings y determinados tratamientos de belleza.
Compartir elementos punzantes o de higiene personal.
Mantener prácticas sexuales de riesgo.
Privación de la libertad.
Uso de drogas inyectables o inhaladas.
Convivencia con un individuo diagnosticado con hepatitis viral.
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